Es difícil no repetir los comentarios de cajón que surgen cada vez que se estrena una remake de un film clásico. Términos como "innecesario", "repetitivo" o "falto de originalidad" suelen ser los más utilizados. Era poco probable que ésta nueva versión de "Carrie" se escapara de ese estigma. Y no se escapó.
La versión que llevó al cine Brian De Palma en 1976, basada en la novela homónima de Stephen King, se convirtió rápidamente en un clásico del género, catalogado en su momento como uno de los films de terror más hermosamente concebidos desde el punto de vista estético. Visto hoy, uno percibe que ha perdido poco y nada de su encanto original salvando magistralmente la difícil prueba del tiempo, barrera que la mayoría de films del mismo género no suelen superar después de casi 40 años.
Ciertamente, por todo esto es que la nueva versión dirigida por Kimberly Pierce no la tenía nada fácil. El problema es que tampoco se ve en ella el más mínimo interés de hacer algo muy diferente. Básicamente se trata de una copia casi al carbónico de las mismas situaciones del film original, solo que aggiornadas con elementos contemporáneos como el uso de celulares y de las redes sociales.
La versión de De Palma no era ciento por ciento fiel a la novela, ya que descartó cantidad de situaciones que consideraba innecesarias o extremadamente complicadas de llevar a la pantalla en su momento -como el apocalíptico final del libro, donde casi toda la ciudad termina siendo arrasada por los poderes de la protagonista y no solo el salón de baile-. Pero Pierce prefirió ir por lo ya transitado, evadiendo todas las posibilidades que la técnica moderna le permitía de hacer algo mucho más fiel a la obra de King.
Moretz: ensangrentada, pero igualmente hermosa. |
De todas formas algunos cambios hay, aunque la enorme mayoría no sean demasiado meritorios ni jugados, siendo el más notorio el referente a la profundización en el drama personal de la protagonista -encarnada por la preciosa Chloë Grace Moretz- que no luce del todo mal pero que como efecto colateral resiente la trama de terror haciendo que la película en demasiados momentos luzca más a un drama juvenil.
En lo que definitivamente no se cambió un ápice fue en la apariencia del personaje central, una falta de cambio que delata mucho miedo al riesgo. Moretz, al igual que Spacek en 1976, luce demasiado distinta a la Carrie descrita por King. En vez del personaje obeso y desaliñado de la obra impresa seguimos teniendo a una mujer delgada y de facciones agradables y bonitas. Es difícil creer que una chica con las facciones y el cuerpo de Moretz pueda tener las mismas complicaciones para encontrar pareja para un baile o para ser aceptada por su entorno como las que sí tenía el personaje del libro. Es una pena que, nuevamente, se desperdicie la posibilidad hacer algo más acorde a lo establecido en la novela, que le hubiese dado a la adaptación un punto de vista mucho más creíble al drama global.
Finalmente cabe mencionar la participación de Julianne Moore encarnando a la desequilibrada madre de Carrie. Moore es una excelente actriz, pero aún así no logró que pudiera evadirme de la notable actuación de Piper Laurie en la película original, actuación que la llevó a ser nominada al Oscar y que me pareció mucho más siniestra y perturbadora que la de Moore.
"Carrie" versión 2013 no es una mala película, mucho menos una pretensiosa. Lo malo es que esa misma falta de pretensiones es tan abismalmente grande que la hacen lucir una mera repetición de escenas ya filmadas -y mucho mejor- hace cuatro décadas atrás que la terminan convirtiendo en un film sin personalidad ni alma propia, más apto para aquel que nunca vió el film de 1976 o para el que nunca leyó la novela.
Puntaje: 5/10