No fueron pocos los que en 1983 se sorprendieron al ver a Sean Connery nuevamente como el mítico agente James Bond, papel que había interpretado por última vez en 1971 en "Los diamantes son eternos" y al que a pesar de numerosos ofrecimientos siempre se había negado a volver.
La realidad era que para comienzos de los años 80 la carrera de Connery estaba en una relativa caída libre, por lo que el ofrecimiento del productor Kevin McClory para volver a interpretarlo en "Nunca digas nunca jamás" significó para el actor escocés un salvavidas. McClory no solo era el productor ejecutivo del film sino también el autor del guión, que es el mismo que escribió junto a Ian Fleming para "Operación trueno" la cuarta entrega de la saga Bond filmada en 1965 y que por una cantidad de problemas legales relacionados con su autoría, terminó en posesión de McClory lo que le permitió hacer usufructo del mismo recién 17 años después de forma independiente a la productora Eon de Albert R. Broccoli.
Ese es el motivo por el cual "Nunca digas nunca jamás" sea considerada junto a la primera versión de "Casino Royale" (1967), una producción no oficial dentro de la filmografía Bond y es por ello también que suele ser vista como una remake modernizada de "Operación trueno".
El tema central de ambas películas es obviamente el mismo.
La organización terrorista SPECTRE se apodera de dos armas nucleares robadas tras ser disparadas por un bombardero en pleno vuelo. Con ellas en su poder, la temible organización chantajea a las naciones del mundo a cumplir con sus multimillonarias demandas bajo amenaza de detonarlas y así empezar un conflicto nuclear. Bond, internado en un centro de recuperación tras fracasar en una misión, es encomendado por el gobierno británico a localizar las armas y detener a la organización criminal a la que tantas veces ha derrotado años antes.
Aunque hacer una remake de un film considerado clásico -para los 80 todos los films Bond de la era Connery ya tenían ese estatus- resulta casi siempre problemático, lo cierto es que "Operación trueno" era un film bastante irregular y mejorable en muchísimos aspectos. Su enorme cantidad de tiempos muertos y lo espaciado de sus escenas de acción la convirtieron en una de las mas flojas de la saga. Por ello, adaptarla con un enfoque más moderno y movido tenía su sentido y ese fue el objetivo de McClory que junto con el director Irvin Kershner le dieron un encare mas bien ochentero, aunque sin caer en las exageraciones paródicas del Bond interpretado por Roger Moore en esa misma época y sin que ello significara olvidar los orígenes del personaje los cuales hasta homenajea. Es por ello que no faltan aquí la típica persecución automovilística de cada capítulo de la saga, en este caso con un 007 demostrando sus habilidades montado en una motocicleta repleta de gadgets o las secuencias de acción en escenarios exóticos, como el enfrentamiento submarino cerca del final, fantásticamente fotografiado y uno de los puntos fuertes del guión. Tampoco faltan las alusiones referidas a la edad de un Bond algo más que maduro -en ese entonces Connery andaba en los 53 pirulos- y todo lo concerniente a su regreso y a las dudas sobre si mantendría intacta su efectividad a pesar de sus años.
El elenco elegido también fue uno de sus grandes aciertos. El villano, al igual que en "Operación trueno", es Maximillian Largo, líder de SPECTRA, interpretado por el austríaco Klaus María Brandauer que le dió al personaje un tono acertadamente menos refinado y más sicótico del que carecía el villano interpretado por Adolfo Celi en el original. En el apartado de las acostumbradas chicas Bond, la escultural Barbara Carrera, en un papel de asesina obsesionada con matar al agente doble cero, un poco recargado y demasiado caricatural pero aceptable, y una hermosísima Kim Basinger en el papel que la descubrió definitivamente tanto para el público como para Hollywood.
En su contra, "Nunca digas nunca jamás" cuenta con una de las partituras musicales más pobres y menos acordes jamás escuchadas en una película de 007. John Barry, autor de la clásica tonada del agente 007, no pudo ni prestarla ni componer una partitura nueva debido a las resctricciones legales impuestas por la Eon para ello. En su lugar, todo el acompañamiento musical quedó a cargo de Michael Legrand que realizó un trabajo demasiado ajeno al espíritu de la saga.
Su otro gran punto en contra es la recurrencia a un humor no muy inteligente para llenar tiempos muertos con secuencias demasiado descolocadas que poca y ninguna gracia producen, como la breve aparición de Rowan Atkinson -el futuro Mr. Bean- en una participación de comedia demasiado ridícula, o toda la patética pelea de Bond contra otro tipo en el centro médico. Está clara la intención de que este episodio no oficial de la saga mantuviera distancia de ella aunque intentase contínuamente homenajerla, por lo que es posible que tanto McClory como Kershner hayan querido aprovechar la oportunidad para darle su toque de distinción usando tonos de comedia más acentuados que en cualquier otro film de la serie. Para mi gusto es un error que le quitó puntos a la efectividad del producto, una falta que por fortuna queda compensada por los aciertos del resto del metraje.
En definitiva, como actualización del film de 1965 no hay dudas que "Nunca digas nunca jamás" resulta bastante superior en muchos aspectos. No es una película perfecta ni tampoco memorable, pero cumple como entretenimiento en forma correcta.
Puntaje: 6/10
Esto es lo que se llama un peliculón.
ResponderEliminarDescubrí este blog en los premios 20Blogs y sin duda me fascinó.
Ánimo y mucha suerte 1
Gracias por tu comentario y apoyo. Un saludo.
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