La saga "X-men" comenzó en el año 2000 de la mano del director Bryan Singer que también dirigiría su secuela dos años más tarde. Ambas películas fueron estupendamente recibidas por los fans de los personajes que las consideraron dignísimas adaptaciones del comic book en el que se basa. Singer rechazó dirigir la tercera entrega, que quedó en manos de Brett Ratner y que, a pesar de ser una buena continuación, no tuvo la misma acogida entre el fandom de los héroes mutantes.
Esta cuarta entrega titulada "X-men Orígenes" funciona como una precuela que pretende revelar el origen de quien es, probablemente, el más emblemático de los mutantes heroicos de la pasada trilogía; Logan - Wolverine (Hugh Jackman). Como tal, el relato nos narra una parte de su niñez -un segmento que resulta demasiado breve como para sacar conclusiones sobre su verdadero origen- y nos presenta a la vez a su hermano, también mutante y conocido en el futuro como Sabretooth (Liev Schreiber) con quien escapa de su hogar tras matar a su propio padre. Juntos y usando sus particulares superpoderes, pelean como soldados en casi todas las guerras en las que la potencia norteamericana ha participado en los últimos 150 años. Ambos hermanos terminarán siendo reclutados por el mayor William Stryker (Danny Huston), un científico militar que utiliza a los mutantes como armas para sus oscuros objetivos y que fue el principal villano de la segunda película de la trilogía -en aquel momento interpretado por Brian Cox-. Stryker los integra a un comando secreto de mutantes que cumplen misiones encubiertas para el gobierno. Las diferencias de criterio entre ambos hermanos sobre la naturaleza clandestina de las misiones harán que se separen y terminen convirtiendose en mortales enemigos y cuyo enfrentamiento será, junto con la transformación de Logan en el Wolverine que todos conocemos, en el meoyo de todo el asunto.
A lo largo del relato también irán apareciendo otros mutantes ya vistos en las películas anteriores, pero en sus versiones más jóvenes -Cyclope entre otros- que tendrán más o menos preponderancia en la historia.
Los orígenes de Wolverine planteados en la película distan bastante de los del tebeo y guardan más relación con los hechos acaecidos en las dos primeras películas de la trilogía "X-men", una decisión que posiblemente produzca el enojo de los seguidores más puristas de la historieta, pero que en términos cinematográficos resulta comprensible ya que una narración que abarcara todas las aventuras y desventuras relacionadas con el origen real del protagonista en el comic superaría ampliamente las 4 horas de metraje y resultaría infumable para la enorme mayoría de los espectadores.
Tampoco hay profundización alguna en los personajes, ni en los protagónicos ni en los secundarios, algo de lo que ya pecaba bastante la tercera película de la saga. En vez de eso, el guión apunta a la mas pura y desenfrenada acción traducidas en numerosas peleas y batallas de irregular resultado cualitativo.
En el apartado de las actuaciones, Hugh Jackman cumple con lo suyo volviendo a demostrar que el papel de Wolverine le ajusta como un guante. En cuanto a Liev Schrieber y su malvado Sabretooth, no luce mal, pero difiere bastante -quizás hasta demasiado- del que vimos en la primera película de la serie, y no solo en lo estético. Sus motivaciones y personalidad parecen ser completamente distintas a las del mismo personaje que interpretara Tyler Mane hace 9 años. Y el guión tampoco hace mucho para explicar los motivos de ese cambio.
La dirección de Gavin Hood -director sin experiencia en lo que a cine de acción se refiere- no aporta nada a lo ya visto en películas anteriores de la saga y deja flotando en el aire la sensación que de la mano de Bryan Singer la cosa pudo haber dado para más. De todas maneras, aunque impersonal y rutinario, Hood hizo de las secuencias de acción algo medianamente efectivo aunque ninguna destaque particularmente por nada; cumplen con la función de llenar el ojo y nada más.
Algo parecido sucede con el tema de los efectos especiales; los gráficos por computadora cantan demasiado y hay ocasiones que parecen de una película de fines de los años 90. Vamos, que parecen más propios de un producto televisivo que de uno cinematográfico.
No se puede decir que "X-men Orígenes: Wolverine" sea un regreso glorioso al universo "X-men". Como precuela que es, no permite demasiado margen de dudas ni emoción sobre quienes sobrevivirán y quienes no, ya que a quienes lo lograron los vimos en las tres películas anteriores. El producto es aceptable y entretenido, pero aún así resulta difícil no pensar que de haberse trabajado mejor el guión -que como ya mencioné, se toma enormes libertades con respecto al comic- y de haber sido un director mas experiente en el campo de la acción quien estuviese detrás de las cámaras, los resultados hubiesen sido mucho mejores.
Puntaje: 6/10
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