A mediados de la década de 1980, el nombre de David Cronenberg como director especializado en el género terror comenzó a ser bastante popular gracias al éxito de "La mosca" (The fly, 1986) remake del clásico del mismo nombre de los años 50.
Pero lo cierto era que para ese entonces Cronenberg ya tenía una vasta filmografía de género que se remontaba a mediados de los años 70. "La mosca" fue su trabajo de mayor presupuesto hasta ese entonces y su éxito en cines hizo que muchas editoras aprovecharan el buen tirón comercial del mismo redescubriendo algunos de sus primeros trabajos y lanzándolos al mercado del video hogareño. Uno de ellos fue "Rabia", producción de terror de bajo presupuesto filmada por Cronenberg en su Canadá natal en 1977.
En "Rabid" la desaparecida Marilyn Chambers -por aquel entonces una famosa actriz porno que entraba en el mundo del cine comercial con este título- interpretaba a la blonda Rose, una joven que tras sufrir junto con su novio (Frank Moore) un accidente de carretera es sometida a un nuevo tratamiento experimental que incluye el transplante de piel humana. Todo parece ir bien al comienzo, hasta que por algún motivo, dicho tratamiento comienza generar en ella una incontrolable sed de sangre que la obliga a utilizar una especie de punzón orgánico debajo de su axila con el que aguijonea a sus víctimas, absorbiendo su sangre y transformándolas en criaturas asesinas capaces de transmitir el mal a otros con solo una mordida.
Cualquiera percibe que hay bastante de "La noche de los muertos vivientes" (1968) el clásico de terror zombie de George Romero en todo el asunto, una carga que Cronenberg parece que no estaba demasiado interesado en disimular en ningún momento más allá que el contenido sexual de algunos pasajes de su propuesta -la idea de que una mujer "penetre" a los hombres que pretenden intimar con ella convirtiéndose a sí misma en una especie de mal de transmisión sexual- intenta plantar cierta diferencia.
El problema es que si obviamos su componente sexual, "Rabia" no tiene mucho mayor interés que cualquier otra película de zombis o muertos vivientes que se hayan hecho antes o después. Muchos de sus problemas parten de su guión, que intenta abarcar demasiadas cosas en muy poco tiempo disparándose en cantidad de direcciones y proponiendo cantidad de ideas la mayoría de las cuales no siempre llegan a cuajar. Por ejemplo; en ningún momento queda claro por qué motivo un tratamiento que era básicamente estético produce esa sed de sangre, ni como fue capaz de generar ese aguijón debajo de la axila de la protagonista o si el mismo tiene algún tipo de control sobre su mente. Además, la sensación apocalíptica que debería generar la idea de un contagio masivo capaz de obligar a las autoridades a sitiar completamente una ciudad está muy mal desarrollada y deja la sensación de que todo se reduce a unas pocas situaciones de contagio aisladas.
Supongo que el exiguo presupuesto con el que contó Cronenberg debió tener mucho que ver con todas sus carencias, pero eso no lo exime de no haber pulido mejor muchas de sus ideas, empezando por no querer abarcar tanto en tan poco tiempo -toda el tema de contagio masivo perfectamente pudo haber sido sustituido por un relato sobre la destrucción de la vida de la protagonista tras haber adquirido el mal, por ejemplo-. Además, si la falta de medios fuera una excusa válida, no se explicaría como George Romero una década antes y con muchos menos recursos logró realizar un film similar pero mucho mas convincente.
El otro punto flaco es la elección de los protagónicos. Curiosamente, la primera opción para interpretar a Rose fue Sissy Spacek, actriz en esa época famosa gracias al éxito de otro film de terror; la adaptación de la novela de Stephen King "Carrie", dirigida por Brian De Palma. Sin embargo, los productores no estaban de acuerdo en contratar a una estadounidense para ese papel -supuestamente su "acento" netamente texano no haría creíble a su personaje- por lo que la elección final recayó en Chambers . Chambers era una mujer sensual por naturaleza propia y no hay dudas que desde ese aspecto era la elección ideal para el papel. Pero fuera de los momentos en los que debe seducir a sus víctimas para saciar su sed de sangre, su actuación desde lo dramático resulta realmente floja y nunca convence. Lo mismo se puede decir de su novio, interpretado de muy mala gana por Frank Moore, que parece en todo momento ajeno y poco interesado en todo lo que le sucede a su pareja hasta el momento del desenlace.
"Rabia" es un film muy irregular, al que hay que perdonarle demasiadas cosas para no dejarlo a la mitad de su visionado. Puede tener valor para aquellos interesados en conocer los primeros trabajos de su director dentro del género que le dio fama, pero es un producto intrascedente y completamente defasado aún para su época.
Puntaje: 4/10
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