domingo, 22 de marzo de 2009

Crítica: "Gran Torino" de Clint Eastwood

El pronto retorno del viejo Eastwood a los terrenos de la dirección y actuación conjuntas ya venía levantando expectativas desde antes del estreno de su elogiada "El sustituto". Llegado el momento de la verdad hay que reconocer que esas expectativas, más allá de algunas reservas, han quedado cubiertas. Las reservas vienen por el lado de la originalidad de lo planteado, que no es mucha; Walt Kowalsky, un viejo racista, viudo y antisocial, peleado con su familia y con su propio pasado, comienza un camino de redención y descubrimiento cuando sus vecinos asiáticos -a los que siempre detestó- le demuestran su agradecimiento por salvar la vida de uno de los suyos agredido por un grupo de pandilleros.
El "Gran Torino" del título es un automóvil clásico que será el desencadenante de toda la historia, un auto que el viejo Walt guarda en su cochera y que no conduce en toda la película pero al que ama y cuida como si de una joya preciosa se tratase, quizás por ser el vestigio de un pasado donde el esfuerzo personal tenía otro valor, un pasado que en cierta manera él añora y que, mire a donde mire, ya no puede de ver en el mundo moderno que lo rodea.

Argumento y desarrollo más propio de un telefilm que de un producto destinado al cine, en las manos y presencia de Clint Eastwood toma un realce que difícilmente otro lograría. Su actuación llena la pantalla más que cualquier otra cosa, un detalle que, irónicamente, es una de sus contras; su labor frente a cámaras opaca y por mucho a la de buena parte del elenco -mas que nada la del juvenil- dejando entrever ciertas carencias en algunas actuaciones, sobre todo en la de Thao (Bee Vang) el joven asiático al que Walt salva la vida y que termina convirtiéndose en su protegido, que luce demasiado sobreactuado e incapaz de estar a tono con los sentimientos que debe expresar. Caso contrario es el de su hermana (interpretada estupendamente por Ahney Her) bastante más vivaz y que tiene conjuntamente con el jóven sacerdote interpretado por Christopher Carley algunas de las mejores líneas de diálogo con el viejo Walt de toda la película.

El relato no se demora mucho en encontrar su camino y el público en general acepta de muy buena gana a ese viejo cuyos gruñidos, enojos e insultos racistas terminan causando más gracia que otra cosa. Por que en el fondo, Walt es mejor persona de lo que aparenta. Es un tipo al que los años y la vida han endurecido lo suficiente como para aceptar sin lágrimas la pérdida de su esposa así como muchos de los cambios que se han producido para mal en ese microcosmos llamado barrio. Esa dureza de carácter será la que lo haga enfrentarse a los pandilleros de la zona convirtiéndose en forma involuntaria -al menos al comienzo- en protector de sus vecinos, momento de auténtico gozo para el espectador en que se nos apersona aquel Eastwood de antaño más cercano al vaquero crepuscular y justiciero que interpretó en "Los Imperdonables" que al Harry Callahan de "Dirty Harry".

No faltará quien crea que muchos de los personajes son estereotipos y que hasta se le falta el respeto a muchas culturas foráneas a los Estados Unidos. De hecho, la película tuvo cierta publicidad negativa en su país debido a ese tema. Desde mi óptica, quien crea que el viejo Clint se ha vuelto xenófobo por ello sencillamente no ha entendido lo que quiere transmitir. Su película trata sobre la vejez, un tema que ha sido recurrente en su filmografía reciente -sus casi 80 pirulos de vida algo tendrán que ver en esa tendencia- y como a pesar de los años se puede seguir aprendiendo sobre los demás y sobre la vida misma, incluso de aquellos de los que menos esperábamos aprender nada.

Como dije antes, la historia no resulta demasiado original. Muchas películas han retratado tanto la vejez como la búsqueda de dignidad y redención personal desde infinidad de enfoques. La diferencia es que esta película no es de cualquiera. Es de Clint Eastwood, y eso ya la hace diferente. 


Desconozco si es real o no el rumor de que se trata de su última película.
En lo personal espero que no, pero si así fuese, "Gran Torino" es una más que respetable despedida.


Puntaje: 6/10

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