lunes, 2 de marzo de 2009

Crítica: "Viernes 13" de Marcus Nispel

Jason Voorhees ha vuelto... por enésima vez.
Tras la exitosa remake de "La Masacre de Texas", el dueto compuesto por el productor Michael Bay y el director Marcus Nispel decidió traer de regreso una de las sagas de terror slasher más emblemáticas del cine ochentero. Tal es su universalización, que hasta el título del film en inglés -"Friday the 13"- ha sido literalmente trasladado al mundo de habla hispana como "Viernes 13" pasando por encima de la tradición latina que marca que el día de mala suerte es el martes 13 y no el viernes.

Como quiera que sea, lo cierto es que era esperable que mas tarde o mas temprano el personaje de Jason Voorhees fuera retomado para las nuevas generaciones. La saga original, compuesta por diez películas -u once, si se tiene en cuenta el crossover "Freddy vs. Jason"- llegó a un punto de sobre-explotación tal de la idea original que hacía casi imposible seguir adelante con ella. Por lo tanto, Bay y Nispel decidieron partir de un punto cero dándole un nuevo origen al personaje y a la saga.

Aún así, el nuevo origen pergeniado no cambia demasiado las cosas. Este nuevo "Viernes 13" nos ofrece casi lo mismo que el film original y que casi todas sus secuelas. El motor que mueve a matar al monstruo asesino sigue siendo el mismo; la memoria de su madre, la señora Voorhees, quien inició los asesinatos de jóvenes sedientos de sexo y drogas en el mítico Lago Crystal y a los que culpó por la supuesta muerte de su hijo. Tras la muerte de ella a manos de una jóven turista que sobreviviera a la matanza, será Jason -que vuelve de la muerte sin demasiadas explicaciones- quien continúe asesinando a cualquiera que se atreva a pisar ese lugar.

Esta nueva versión, rejunta y comprime ideas sacadas de las tres primeras entregas de la saga original, como el altar con la cabeza de su madre o la clásica máscara de hockey que sustituye a la de trapo que Jason usa hasta la mitad del relato. También se evidencia fugazmente en una secuencia su deformidad facial, otra característica típica del personaje.

Los jóvenes protagonistas, casi todos actores desconocidos -salvo Jared Padalecki, protagonista de la serie "Supernatural"- al igual que en el film oríginal, siguen funcionando como meras comparsas que sirven para que Jason realice un muestrario de sus formas de matar, aunque ninguna de ellas resulta demasiado original, algo que me parece de lo más criticable en todo el asunto. Con la cantidad de recursos visuales hoy existentes, bien podrían haberse esmerado un poco más en ese aspecto.
El final, como era esperable, es totalmente abierto -y poco jugado- lo que hace también esperable una pronta continuación.

Y poco más que decir. 

A pesar de todas sus carencias y reiteraciones, es difícil criticar negativamente a un producto que, en el resumen final, no quiere ni puede ser mucho más que el producto en el que se basa, sencillamente porque sería convertir tanto la idea base como el personaje que le da vida en algo que no son.
Es muy probable que el más fanático seguidor de la saga original al igual que aquellos que busquen un pasatiempo rápido, sangriento y adrenalínico disfruten mucho de esta entrega-remake. Seguramente ellos -como yo- no se aburrirán.
Los demás, sobre todo aquellos que esperan ver cine de terror original e innovador, deberían dejarla pasar. Seguramente ésta no es su película.

Puntaje: 5/10

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