"THX 1138", tal es el título que George Lucas -padre de la saga "Star Wars"- dió a su ópera prima cinematográfica, en la que plasma muchas de las ideas sobre el futuro tecnológico y social de la humanidad que pasaban por su cabeza en ese momento. La película se estrenó sin mucho éxito de público en 1971, tras dos años de rodaje y post producción. Apadrinado económicamente por el mítico Francis Ford Coppola, Lucas se basó en un cortometraje experimental que el mismo realizara durante sus estudios de cinematografía un par de años antes titulado "Electronic Laberynth THX 1138:4EB".
La película discurre en un futuro bastante lejano -o no, según como se mire- donde la humanidad vive en ciudades subterráneas donde absolutamente todo está electrónicamente controlado; desde abrir el botiquín de su cuarto de baño hasta la eficiencia individual de cada sujeto en sus labores diarias. Una mañana, el protagonista, THX 1138 (interpretado por un joven Robert Duvall) descubre que algo no está bien con él. Sus sentimientos encontrados y alterados por tanto control y manipulación lo llevan a cometer una serie de graves errores por los que es juzgado y condenado a ser recluido por las autoridades, las que intentarán "re-convertirlo" en un elemento más de esa sociedad de sujetos cuyos nombres y apellidos no son más que números y letras. Pero THX logrará escapar de su cautiverio e intentará llegar a los límites de esa ciudad bajo tierra para finalmente salir de ella y enfrentar un destino que, él supone, no puede ser peor.
Los paralelismos de este argumento con varias novelas distópicas clásicas como "1984" de Orwell o "Un mundo feliz" de Huxley, no son mera coincidencia. Lucas mamó buena parte de su inspiración para el film en obras literarias como estas, donde los protagonistas intentan escapar de la "perfección" consumista y controladora de sociedades que han hecho de la tecnología una herramienta para el control de masas.
Lucas aprovechó con su relato para disparar sus tiros críticos sobre la sociedad de consumo actual, sobre el uso de los medios masivos de comunicación y de la religión para el dominio de las personas y sobre el capitalismo desmedido, todo ello acompañado de toda la imaginería visual que pudo o que su acotado presupuesto le permitió. Buena parte del valor de este largo se basa en ese sentido crítico que Lucas le imprimió y que era muy válido en su época, fundamentalmente porque quien lo realizó aún no se había convertido en el potentado hollywoodense en el que años más tarde se convertiría. Irónicamente, eso es lo que hace más curioso y contradictorio este producto; que justamente George Lucas, un hombre que ha forjado un imperio comercial y económico gracias básicamente a un puñado de películas de género, critique al sistema que le permitió hacerlo con una vehemencia que, hoy en día, parece ajena a él.
Si bien el correr del tiempo ha hecho que el futurismo presentado en sus imagenes al igual que su mensaje anti-consumista se resienta un poco -esto último, más por acción de su creador que por otra cosa- no se pueden negar sus valores desde lo exclusivamente cinematográfico. La estética del film resulta ser lo más logrado del conjunto, por más que muchos de sus elementos tecnológicos aparezcan hoy en día como desactualizados. La representación de esa ciudad subterránea, con sus autopistas congestionadas de "modernos" vehículos de aspecto vanguardista o con sus guardias robóticos de rotros acerados controlando que sus ciudadanos no se rebelen contra el orden establecido, resulta bastante llamativa, especialmente en la media hora final lapso en el que se produce la huída del protagonista y gracias a la cual podemos ver muchas de las locaciones de esa ciudad futurista.
El ritmo pausado en el que se desarrolla buena parte de la historia así como la ausencia casi total de secuencias de acción hacen de "THX 1138" un film más apto para el consumidor de ciencia ficción más purista y sin pretensiones adrenalínicas. Es casi como ver una pieza de museo única, en el sentido que fue la primera obra de un hombre que cambiaría el concepto de este género pocos años después gracias a una forma de hacer cine que, irónicamente, es diametralmente opuesta al espíritu de su ópera prima.
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