martes, 8 de septiembre de 2009

"W." (2008) de Oliver Stone

En 1995, el controvertido director Oliver Stone volvió a la carga de la polémica con "Nixon", película en la que no tuvo embates ni frenos en descargar todas las tintas contra el único presidente obligado a renunciar en la historia norteamericana y cuyas acciones u omisiones llevaron a la desastrosa participación de su país en Vietnam y a una terrible pérdida en la confianza del pueblo estadounidense en sus autoridades, una pérdida aún no resuelta del todo.

La interpretación de Anthony Hopkins como Richard Nixon, aunque algo exagerada, resultó efectiva y através de su imagen Stone expuso de buena manera los fantasmas personales del gobernante, sus miedos y culpas por no sentirse a la altura de un líder mucho más respetado y querido por su pueblo como lo fue John F. Kennedy, al cual Nixon admiraba y odiaba por partes iguales, y su contradictoria reacción frente a los hechos del Watergate que, a la postre, terminarían acabando anticipadamente con su mandato.

En buena medida "W.", la última y controversial película de Stone, resulta algo así como la antítesis de "Nixon".
Teniendo en cuenta los antecedentes del director a la hora de retratar con crudeza la historia política reciente de su propio país, no es raro que muchos se hayan sentido defraudados con la imagen que muestra del ex-presidente George W. Bush. La visión que Stone propone sobre la personalidad y gobierno del ahora ex-presidente, resultará para muchos -sospecho que para la mayoría- algo demasiado light por llamarle de alguna manera.

Stone nos pinta la vida de Bush hijo a través de pinceladas demasiado breves y poco reveladoras en la mayoría de los casos, mostrándonos por medio de flashbacks segmentos de su juventud, alcohólica y tendiente a los excesos y a la holgazanería, intercalados con otros que muestran su presente como líder de la nación más poderosa del planeta.
Si bien la estructura que eligió el director es recurrente en su forma de trabajar, por momentos resulta algo confusa y poco atractiva, por lo que uno siente que quizás no haya sido la más correcta para la historia que quiere narrar. Algo similar se puede decir del tono satírico por el que optó para describir muchas de las ambigüedades y el poco criterio del protagonista en momentos clave de su vida, presentándolo como un hombre tosco, a veces payasesco, de poco cerebro y con una dudosa preparación para caber en los zapatos de líder de la nación que debió comandar. De esta manera le dedica más minutos a momentos anecdóticos de su vida, como las discusiones de entrecasa con su padre, George Bush senior, con cuya sombra ha tenido que competir toda su vida -tema que es bastante central en todo el relato- o su precipitada conversión al cristianismo en busca de una aceptación de si mismo que durante años fue incapaz de encontrar.Sin embargo, resulta algo cuanto menos chocante, que en pos de centrarse en esos momentos más bien accesorios que parecen querer justificar algunos procederes y formas de ser del mandatario, la película no dedique ni siquiera un minuto a temas mucho más globales y calientes como su reacción frente a los ataques del 11 de setiembre de 2001 al Pentágono y al World Trade Center, a pesar de que son insistentemente mencionados a lo largo del metraje pero solo para justificar las decisiones que tanto Bush como su gabinete interino tomaron a la hora de iniciar su tristemente célebre "guerra contra el terror", que acabó con las invasiones a Irak y Afganistán.
En el terreno de las actuaciones, indudablemente la labor de Josh Brolin como Bush es encomiablemente buena y va mejorando a medida que transcurre la película. Otros a destacar son el siempre prolijo Richard Dreyfuss, interpretando a un manipulador Dick Chaney, y al veterano James Cromwell que llena perfectamente bien la imagen de Bush padre.
Sin embargo, la calidad de su reparto y todos los demás aciertos que pueda tener el film desde lo artístico o técnico no logran esquivar las carencias de un relato que uno siente debería apuntar en direcciones muy diferentes a las que apunta.

Oliver Stone prefirió realizar un bio-pic blando, bastante superficial en la mayoría de los aspectos que toca, que no revela nada con respecto a lo que cualquier persona más o menos informada sabe de George Bush. La imagen que Stone nos pinta se parece a la de alguien más bien llevado por las circunstancias, por momentos hasta víctima de ellas, más susceptible a actuar por el "que dirán" y por la opiniones de su entorno y de su propia familia que por iniciativa propia de una forma que, lejos de criticar sus gruesas carencias como líder, terminan redimiéndolo.

En definitiva, no parece nada extraño que el film de Stone haya resultado para la mayoría una decepción, sobre todo para el espectador más crítico del polémico mandatario estadounidense, que se encontrará con un producto de ribetes ocasionalmente paródicos que no siempre cuajan con la crudeza de la realidad que debe plasmar y cuyos momentos de máxima seriedad están más relacionados con la intimidad del protagonista que con cuestiones de caracter más global, muchas de las cuales aún afectan la realidad cotidiana del mundo.
Puntaje: 4/10

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